Una apología del suicidio u otra breve historia de la contemporaneidad. (Parte 2)

   Nota: El arte es el reflejo de la época, por eso no hay mejor forma de entender los tiempos   que entendiendo el arte, sus preocupaciones y alegrías. La vida del artista es igualmente importante para dicha comprensión, razón por la cual también se tratará.  

   No hay problema más serio en la filosofía que el suicidio decía Camus. Así que este breve texto es un pequeño dialogo con Albert acerca del suicidio y del absurdo de la vida misma en la contemporaneidad. 

 

“E un dì leggiadro. volavan l'ore, perdei la madre, perdei l'amore, vinsi l' infausta gelosa febre!” 

 (Hacía un día hermoso, las horas volaban, perdí a mi madre, perdí el amor, venció la infausta e infeliz fiebre celosa)  

 

Escribía estas palabras Maria Callas en una hojita en su mesa de noche, se trata del aria Suiccidio de la famosa ópera La Gioconda de Ponchielli. Callas había vivido una tormentosa relación amorosa con Aristóteles Onassis. La soprano siempre estuvo allí para su amante, aún cuando él hacía lo imperdonable. Un día cuando María cree que Onassis por fin se casará con ella, descubre gracias al periódico, que su amado se ha casado con otra mujer. Callas se encuentra desolada y recurre al sueño, cuando ella duerme Aristóteles Onassis es el mejor hombre, están juntos y son dichosos. Cada noche sus criados dejan unas pastillas para dormir, así la operista puede conciliar fácilmente el sueño y escapar de su tormento.  

Un día María decide tomar un par de pastillas de más, piensa que de esta forma podrá soñar para siempre con su amado y llevar en el mundo onírico la vida que siempre quiso.  

 

Pero no, Callas se equivocaba, ni en este mundo ni en ningún otro podría estar con Aristóteles Onassis, él nunca la amó y nunca la amaría, su muerte por romántica y hermosa que sea resulta una muerte absurda. Tan absurda como ese Sísifo que describe Camus, que sube una roca una y otra vez por la montaña para luego tener que bajar por ella, el suicidio es la máxima representación del absurdo, de lo ilógico.  Si tan solo Callas, la famosa y hermosa Callas hubiese buscado otro hombre, seguro hubiese encontrado al indicado, ¿Qué hombre de este mundo se hubiese resistido al canto de la Sirena? Pero en Onassis como en todo griego corre la sangre de Ulises, escuchó el canto de la sirena igual que el héroe y escapó a su Ítaca de concreto en busca de una Penélope de apellido Kennedy.  

Onassis lejos estaba de ser un héroe, era más bien, un villano que hacía sufrir a una pobre y hermosa mujer. Una mujer que lo amaba, a pesar de la indiferencia con que la trataba. He aquí la tragedia de esta muerte voluntaria, porque aún siendo consciente del mal trato de su amado, nunca dejó de amarlo, y prefirió un último sueño con él, a toda una vida sin Aristóteles. El único consuelo, es que pudo hacer de su vida, un drama operístico digno para ser musicalizado por un Verdi moderno. 

A propósito de Verdi, cabe resaltar que Maria Callas interpretó en tres ocasiones de su vida la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi, un papel de suprema dificultad que dañó para siempre las voces de grandes sopranos dramáticas. Toda soprano conoce bien la vida y obra de Verdi, quien fue para la ópera lo que Beethoven a la sinfonía. Callas sabía bien que Verdi había compuesto Nabucco a regañadientes después de la muerte de su esposa y de sus dos hijos pequeños. Hubiese sido fácil para Verdi suicidarse en aquel momento, pero de haber muerto no hubiese él perdido solo su vida, sino que todos nosotros hubiésemos perdido algo más importante (26 óperas y más de 20 obras no operísticas para ser precisos). La ópera habría tomado otro curso o tal vez ni siquiera se habría desarrollado y posiblemente figuras tan importante como Wagner no habrían llegado jamás a componer. El famoso coro del Va, pensiero  de esta Opera sirvió como aliciente a las revueltas italianas en contra de los invasores austriacos. Los rebeldes salían a las calles a pintar en las paredes “VIVA VERDI” un acrónimo que significaba “Vittorio Emmanuele Re d’Italia” (Victor Manuel rey de Italia) tal fue el caldero que (entre otros) ayudó Verdi a gestar, que en 1861 Victor Manuel II de Saboya se coronaba rey de Italia en contra del deseo austriaco. Pero sería injusto solo nombrar a Verdi como gestor de las revueltas, si bien el Va, Pensiero era la banda sonora de la revolución, los verdaderos protagonistas eran aquellos ciudadanos sin miedo a la muerte, con espíritu suicida que salían a las calles a enfrentar al invasor,  aún a sabiendas de que los esperaba la más cruel de las muertes. He aquí la importancia gigante, no del suicidio como tal, sino del espíritu del suicida que se burla de la muerte. Ese ha sido el motivo de innumerables victorias militares y civiles en las más diversas guerras y revoluciones culturales. No puedo dejar de preguntarme, ¿No es absurdo también burlarse de la muerte? ¿No es acaso absurdo intentar batirse en duelo con ella aún conociendo el fatal desenlace?  

No podría responder a tan importante pregunta sin analizar el arquetipo suicida por excelencia: Die Leiden des Jungen Werthers de J.W von Goethe.  

Recordad que el suicidio ha sido casi siempre condenado en occidente.  Antaño y a día de hoy, está prohibido enterrar a los suicidas junto a los demás muertos en los cementerios católicos. La preocupación de Werther de pasar a ser un marginado de marginados se hace tangible en todo suicida en potencia, porque suicidarse no es solo marginarse ante los demás, es marginarse uno mismo al máximo nivel posible. Marginación que a ojos de la sociedad la resulta padeciendo tanto en vida como en muerte. El suicida se margina irónicamente en el mundo de los vivos a pesar de estar muerto, pues él ha decidido finalizar su existencia e ir en contra de todo instinto, ha traicionado su naturaleza y a ojos de muchos, también ha traicionado a los demás, a su familia, amigos e inclusive a Dios. 

Momentos antes de quitarse la vida Werther le escribía a su amada, le pedía que por favor lo enterrasen en el cementerio con los demás, o de ser posible, al lado de un bello árbol a orillas del camino. Pero no, para la sociedad quien traiciona a Dios no merece estar ni en nuestro mundo ni en el suyo, para los suicidas y traidores está aquel horripilante infierno, donde comparten desgracia con Brutus, Judas y Cayo Casio.  

Pero Werter y Callas tenían alternativa, podían huir y empezar de nuevo en un nuevo paraje, aunque tal vez comprendieron que la muerte no es el peor de los males, sino el exilio. Máxima que probablemente Sócrates hubiese aprobado, pues no dudó en  beber la Cicuta. No tenía salida, o bien recibía una muerte heroica aceptando la pena de muerte, o por el contrario una vida de infamia marcada por el exilio. La decisión era clara, en la Grecia antigua los exiliados dejan de existir, no están en el registro público, no se puede hablar de ellos. Es la mayor de las tragedias, pues el exiliado no ha muerto, ni siquiera ha nacido. Esta es la desgracia que corre quien se quita su vida. Se le exilia del mundo de los vivos al dejar de hablar de él y como ya hemos visto, hasta se le exilia del otro mundo. Se convierte en un Pariah que no está ni en los cielos, ni en los cementerios.  

Para Schopenhauer «El suicida quiere la vida, mas está descontento de las condiciones en que ésta se le ofrece. Al matar el cuerpo no renuncia a la voluntad de vivir, sino a vivir…Como la voluntad de vivir...tiene asegurada una vida eterna, y la esencia de la vida es el dolor, suicidarse es un acto inútil e insensato».  El alemán coincide con Camus, para ambos el suicidio es un acto absurdo, pero hay una diferencia inmensa entre ambos pensamientos, pues Schopenhauer afirma que el suicida ama la vida (ya hablaremos sobre esto más adelante cuando tratemos el famoso caso Von Kleist)  

Retomando a Werther, el arquetipo suicida más famoso de nuestros tiempos. Los lamentos que conducen a nuestro fatídico protagonista hacia su final son los lamentos que sufre todo aquel que experimenta el desamor por vez primera. Pero…dirían algunos que no todo aquel que vive un amor imposible decide matarse, y que esto es algo completamente irracional, podrían agregar además que quien dijese lo contrario se lo preguntase a Goethe, quien murió a sus 82 años de un infarto agudo al miocardio ¿Cómo legitimar pues el suicidio a lo Werther si ni el mismo Goethe lo pudo legitimar con su muerte? 

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Hermann Burger trae una poética respuesta a esta pregunta en su “tractatus logico-suicidalis Matarse uno mismo” No es Goethe quien justifica el Werther (afirma), sino Von Kleist, inspirado por el Werther. Von Kleist decide suicidarse con su amante en el Wansee, esa mañana dispara a Henriette Vogel para luego dispararse a si mismo, esta vez no es “Werther” quien parte solo, ahora parte con su amada. Burger agrega: “Suena cínico, pero es rigurosamente cierto: la muerte de Kleist fue su primer éxito absoluto. Los dos disparos a orillas del Wansee conmocionaron a sus contemporáneos y fueron la chispa que prendió el fuego de su gloria” Y no solo fue su “primer gran éxito”, también lo fue para Karoline Günderrode quien se clavaba un puñal en el pecho para arrojarse seguidamente al Rhein, para Jose Asunción Silva que se disparaba en el mismo lugar, para Gérard de Nerval que se ahorcó en Paris y para tantos otros grandes romanticos que hoy conocemos gracias no solo a su obra sino también a su muerte voluntaria.  

Retomando la afirmación de Schopenhauer “el suicida ama la vida” ¿Cómo se puede justificar tal afirmación si parece que fuese la mayor contradicción? De nuevo Burger toma a Von Kleist como ejemplo para la justificación. Von Kleist escribe estas últimas palabras dirigidas a su hermana en las que dice: “…Ruego al cielo que te conceda una muerte que se acerque siquiera a la mitad de la dicha y del sereno gozo que a mi me han sido concedidos” Von Kleist finalizaría esta última carta agregando: “Si el Cielo te da una muerte, acéptala inmediatamente con un poco de satisfacción y con una alegría inexpresable: Este es el deseo más afable y afectuoso que tengo por ti. Cerca de Potsdam - En la mañana de mi muerte. Tu Heinrich. "  
 

En este caso el suicidio no trae caos, sino una irremediable paz acompañada de alegría y satisfacción por haber vivido y sobre todo por la pronta muerte que no tardará más en llegar. Porque hay que tener presente que en muchos de estos casos es el suicidio la consumación de la obra, es el caso por ejemplo de Yukio Mishima quien después de enviar su última obra a la editorial, se dirigió al cuartel general del ejército de defensa del Japón para cometer Sepukku,  en su casa encontrarían una nota que decía “La vida es breve, pero yo quiero vivir para siempre”. En su funeral Kawabata (Premio nobel, amigo de Mishima y suicida) recordaba otra famosa cita del último samurái: “Quiero hacer de mi vida un poema”. 

Otro ejemplo del suicidio como consumación de la propia obra lo encontramos en Mainländer, un maldito que injustamente no se enseña en las universidades por el temor a su filosofía, un maldito de tal importancia que inspiró a Nietzsche y que 11 años antes de que Nietzsche hablase de la muerte de Dios él ya lo hacía. Para Mainländer Dios tenía solo dos opciones antes de la creación (metafóricamente hablando claro está, pues Mainländer era ateo) Dios podía decidir seguir existiendo por toda la eternidad o darse fin a si mismo. Dios decide entonces suicidarse al no querer existir por siempre y de su cuerpo putrefacto nace la vida y todo el universo como los gusanos de un cadáver. La vida misma sale de la voluntad de un suicida, por eso el único fin de la vida (y de todo) es la muerte, la destrucción, el olvido. Nosotros como el ejemplo perfecto de la voluntad divina nos consumamos con la muerte y esta es nuestro único fin. O en palabras de Hermann Burger: “... La muerte voluntaria (freitod) es un privilegio de lo humano; la dignidad de la vida nos requiere que determinemos nosotros mismos el fin.” 

Una mañana Mainländer recibe los ejemplares de su última obra “die Philosophie der Erlösung” (La filosofía de la liberación) hace un par de pilas con sus libros, ata una barra en la parte superior y se ahorca. Para él, el suicidio era además la máxima muestra de la libertad humana, después de todo lo comparó nombró como el máximo acto de libertad de Dios.  

Burger escribía también en su Tractatus “Si es correcto el parecer de Nietzsche según el cual un filósofo que pretende que lo tomen en serio ha de predicar con el ejemplo” una justificación más para el suicidio a lo Mishima y Mainländer, el suicidio como consumación de la propia obra. Nada más congruente que autores que hablan del suicidio y deciden suicidarse.  

Aprovechando que hablamos de Burger me permito retomar el suicidio a lo Werther, el suicidio por desamor. Para agregar otra genial justificación no solo al suicidio de Callas (la desenamorada) sino también al de Von Kleist (el del enamorado). Esto es lo que escribía el Suizo de nuevo en el Tractatus lógico-suicidalis: “Pongamos por caso que mi amor por una mujer a la que deseo no sea correspondido y que por esa razón me quite la vida. Si la hubiera conquistado, en cambio, tendría que suicidarme con mayor razón que nunca, porque entonces experimentaría en carne propia lo poco que ella puede conseguir frente a mi pasión por la muerte.” En otras palabras, es de la muerte de quien el suicida está enamorado sin saberlo, solo si logra conseguir a quien él cree que es el amor de su vida, se dará cuenta que la muerte es la única que puede brindarle lo que desea. Esta interesante tesis quiere decir que si Werther o Callas se hubiesen casado con su amor, igualmente se hubiesen suicidado, tal y como Von Kleist decidió hacer luego de encontrar su “verdadero amor”.  

Burger no deja cabo suelto, bien se le podría criticar que el Werther es solo una novela, y que Goethe no profesó con el ejemplo lo que escribió en la novela, sin embargo Burger se imagina a un Kafka que le responde a esta pregunta al lector diciendo “¿Por qué habría de matarme (o por qué habría de matarse Goethe) si la obra lo hace por mi (por él)?” Es como si el escritor pudiese sentir igual que el suicida e inclusive suicidarse sin tener que matarse en la vida real. Es por eso que múltiples veces en el libro, Hermann Burger cita la famosa frase de Cioran “Un libre est un suicide diféré” (Un libro es un suicidio diferido) Sin embargo para Burger sigue siendo importante que un autor no solo hable sobre el suicidio sino que también lo profese con el ejemplo y decida matarse, ya que “ser escritor significa tener lenguaje más allá de la muerte.” pero “para la muerte, sólo se tendrá un lenguaje como suicida”  

Hay todavía una crítica muy recurrente a responder, la formulada por Camus, la del suicidio como absurdo. Ya dijimos que Burger no deja cabo suelto en lo que se refiere al “arte de matarse uno mismo” así que naturalmente le responde al francés (por quien siente gran admiración).  

Albert Camus empieza el mito de Sísifo escribiendo “No hay más que un problema filosófico en verdad serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”  Por esta razón agrega Burger “…Tendríamos que variar la tesis de Platón: filosofar no significaría aprender a morir, sino a suicidarse.” Y es que el absurdo no es el suicidio, el absurdo es la vida misma, si Sísifo decidiese matarse tendría sentido, la muerte le daría sentido a una vida que carece del mismo. Por eso Hermann Burger recuerda a Améry cuando escribía “Ya que sólo vivo para morir, ya que construyo la casa únicamente para que se derrumbe el día de la cubierta de aguas, es mejor que ante la muerte huya de la muerte, o bien, si pienso con miras más largas y con mayor exactitud: que huya del absurdo de la existencia al absurdo de la nada”  

 

¿Pero de verdad se huye a la nada, a la inexistencia? El suizo en las últimas cuatro frases del Tratado responde de manera maravillosa, para a continuación dejar su libro terminado en la mesita de noche junto con el Werther abierto y cometer el “máximo acto de libertad del hombre.” 

 

“1042 El hombre no pertenece a nadie más que a sí mismo; tiene a cualquier hora el derecho de ajusticiarse. 

1043 El suicidio es un acto tan excesivo que hace palidecer. 

1044 Muero, luego existo.  

1045 Lo que se quería demostrar”  

Bruno Sandstede

Bruno Sandstede es un artista visual y periodista colombo-alemán. Su trabajo se ha caracterizado por tener un fuertísimo componente social, sus obras suelen tocar los elementos más sensibles de la condición humana.

La guerra, la pobreza, la luchas de género, la prisión, la vida en la naturaleza han marcado una trayectoria periodístico-artística de más de una década.

Su obra más relevante “El Cadáver viajero” realizada en conjunto con el performer español Abel Azcona ha cobrado gran importancia en el último año, generando una fuerte presión internacional para que se resuelva uno de los casos de falsos positivos más famosos de falsos positivos en Colombia.

Por otro lado obras como “En busca del Equilibrio” busca a través de una universo audiovisual compuesto por la literatura, la fotografía y el documentalismo explicar el delicado balance ser humano-naturaleza mediante los deportes de montaña en los andes Colombianos. Todo desde un punto de vista feminista e indinista alejado de la mirada occidental.

“Un viaje por la Colombia indómita” es una obra de largo aliento que narra una travesía en motocicleta por más de 30.000 kilómetros a través de los 32 departamentos de Colombia, con el objetivo de registrar aquellos recónditos confines del país, poco o nada conocidos pero de grandísima importancia antropológica, cultural y social. Lugares que a menudo se encuentran amenazados por las grandes mafias y grupos armados que esperan saquear las selvas, mares y montañas del país.

“Colombia Arde” tiene lugar en las violentas manifestaciones del 2021 en Colombia, donde centenares de personas perdieron sus vidas, el estado en complicidad con las oficinas de sicariato de las diferentes capitales coordinaron centros de tortura y se dieron a la tarea de torturar, asesinar y desaparecer a todo aquel que le presentase una oposición abierta en las calles al gobierno nacional. Parte de este material sirvió para declarar como “ilegales” las capturas hechas por la policía nacional a jóvenes en diferentes partes del país, además han servido también de evidencia para demandas contra el estado y denuncias internacionales por la violación de los derechos humanos. Sandstede recurre de nuevo en esta obra a la creación de todo un universo audiovisual en el cual el documentalismo, la fotografía y la literatura se fusionan en un solo proyecto artístico de denuncia social y resistencia.

Manizales, la ciudad natal de Sandstede se ha catalogado año tras año como “el mejor vividero de Colombia”, razón que da origen a la pieza “¡Ay Manizales sin alma!”, obra artística que tiene como objetivo luchar por condiciones más dignas para un pequeño barrio de su ciudad, construido con madera y materiales reciclables alrededor de una cañada por la cual bajan las aguas negras de las habitantes más adinerados de Manizales. De nuevo el arte hace frente a la injusticia como factor principal de resistencia en una lucha para que el barrio sea reconocido y puedan acceder a los servicios más básicos como agua potable, alcantarillado, electricidad y gas domiciliario.

“Harijan” es una palabra india sinónimo de Pariah, utilizada comúnmente para designar a los intocables de la sociedad, Colombia también tiene sus intocables, de ellos no se habla, no se les ve a los ojos cuando pasan por la calle y todos los ignoran. Harijan es una obra que reivindica al gremio reciclador, una labor hecha por millones de colombianos y de gran importancia para el buen vivir, pero marginada por el marcado clasismo que permea al colombiano promedio de todas las clases sociales.

Otras obras relevantes del autor:

En el dosel de la ciudad (2022)

Los guardianes de la selva (2022)

Pacífico sin paz (2022)

Colombia Arde (2021)

Harijan (2021)

Sustento (2020)

Jugar en el caribe (2020)

Niñez (2020)

Stadt ohne Seele (2020)

Soberanía alimentaria (2020)

Estrés post traumático (2019)

8m – Madrid (2019)

Ríos de Sangre (2018)

Dictadura (2018)

Eine Reise durch die Anden (2018)

Familia (2017)

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