• La marcha feminista más grande del mundo

    Madrid - 08 de Marzo del 2019

Conversaciones con S.Sontag

Ya Wolf afirmaba que es responsabilidad de los hombres el evitar la guerra, pues son ellos quienes se regocijan con la violencia; allí encuentran una gloria que nosotras no podemos comprender.

Creo que la fotografía, el cine y la filosofía han de ser responsables de mitigar las conductas violentas del ser humano. Verá, nuestro fallo radica en la falta de imaginación y empatía, recordará usted aquellos reconocidos sociólogos con sus tesis doctorales rezagadas del XX, tan impersonales como anticuadas.

La frivolidad con la que se investigó en el siglo pasado obliga a la academia a anteponer el prefijo “re” a la hora de realizar cualquier actividad. Hay que re-pensar, re-construirse, re-capacitar, re-plantearse y un largo re-etcétera. Algunos de sus profesores ya lo entendieron, dejándolo bien demostrado en el bellísimo informe de la Comisión de la Verdad el cual pude leer el año pasado en su entrega final.

Como recordará usted, en alguna de nuestras conversaciones, le contaba que en 1993 a mis sesenta años fui enviada a Sarajevo durante tres semanas para cubrir la guerra de Bosnia. La situación me recordaba mucho a la actual Ucrania, todos esperaban la intervención de Occidente para frenar la tragedia, pero no pasaba nada.

Por lo que usted me narra y por lo que leí en el informe final de la Comisión de la Verdad, entiendo que en los lugares remotos de Colombia llevan más de 200 años esperando que alguien intervenga. Lamentablemente su país es una tierra olvidada por los dioses; solo el rencor humano reina en las selvas y montañas de este país de luces esquivas.

En Sarajevo no sabía muy bien qué hacer, fui allí porque mi hijo David Rieff escribía un libro sobre la guerra, su insistencia fue tal que me persuadió. Yo no soy reportera y jamás soñé con ser un casco azul de la ONU, no tenía la más mínima idea de lo que haría, salvo hacer aquello que siempre se me dio bien, el arte.

Me encontré en el polvoriento Sarajevo con su antiguo teatro y sus residentes que resistían. Después de hablar rato largo con ellos les pregunté si deseaban trabajar de nuevo conmigo, tal y como lo hicimos antaño, muchos años antes de que la guerra estallase.

La compañía actoral aceptó entusiasmada para indagarme casi inmediatamente cuál sería la obra perfecta para plantarle cara al conflicto. No titubeé mucho para que saliese de mi boca el nombre de Samuel Beckett:

 

-       ¡Presentaremos “Esperando a Godot”! 

La historia que le cuento la narré en su momento en un hotel del centro de Sarajevo al joven periodista español Alfonso Armada; mientras, y a unos kilómetros de distancia, silbaban las bombas y el fuego de las ametralladoras.

Naturalmente se preguntará por qué elegí esta obra entre tantas otras; permítame usar su computadora para copiarle a continuación la respuesta que le di a Alfonso en su momento.

(Escogí “Esperando a Godot”) Porque tiene una obvia resonancia, que no necesita ser explicada. Todo el mundo sonríe cuando lo cuentas. La gente yendo hacia la muerte mientras, día tras día, espera por algo que no llega nunca. La gente que, con un humor salvaje, se refiere a la vida y a la situación en la que se encuentra, sin esperanza, pero que a pesar de ello siguen adelante. Difícilmente podría encontrarse una obra con mayor resonancia. Y no sólo por su carga simbólica.

La segunda razón para montar Esperando a Godot es porque se trata de una pieza de cámara. Me gustaría montar una obra de Shakespeare, pero es imposible hacer un Shakespeare en un escenario diminuto, con luz de velas y en un teatro que puede ser bombardeado en el próximo minuto. De hecho voy a situar al público en el escenario, porque es más seguro que el patio de butacas. El teatro tiene algunos impactos en el techo, y el otro día, cuando me encontraba allí, cayó un proyectil de mortero junto al edificio y las paredes vibraron. Así que no voy a poner al público en peligro..[1]

[1] https://elpais.com/diario/1993/07/25/cultura/743551201_850215.html?event=go&event_log=go&prod=SUSDIG&o=susdig

El año pasado tuve la oportunidad de asistir a la obra “Develaciones: un canto a los cuatro vientos” en el Festival de Teatro Iberoamericano de Bogotá[2], fue imposible contener las lágrimas al recordar nuestro estreno en ese pequeñísimo teatro de la ciudad de Sarajevo.

Ver allí una obra de teatro, con actores naturales y víctimas de la guerra, me obligaba a recordar lo que siempre he creído, que nosotros como la clase instruida, que supuestamente somos, debemos alejarnos de la frivolidad académica para transformar la realidad desde el arte, después de todo, ninguna guerra se acaba con un informe de investigación. Pero sí se ha terminado la barbarie gracias al arte, o sino que se lo pregunten a Giuseppe Verdi en nuestra próxima fiesta mientras toca en el piano el Aria principal del “Va, Pensiero”.

Volviendo al tema, debo confesarle que (al igual que Colombia) también en su momento se opusieron en Bosnia y Herzegovina a la creación de una Comisión de la Verdad para conocer las causas del genocidio musulmán. Las razones eran turbias, recordará usted en “Ante el dolor de los demás” cómo escribí que también los Bosnios tenían responsabilidad en el genocidio de su propio pueblo.[3]


[2] https://www.icrc.org/es/doc/assets/files/other/irrc_862_hayner.pdf

[3] https://web.comisiondelaverdad.co/actualidad/noticias/develaciones-comision-verdad-festival-iberoamericano-teatro-bogota

Permítame el libro para leerle la cita exacta:

“…los propios bosnios habían perpetrado la horripilante “masacre de la cola del pan” en mayo de 1992 y la “masacre del mercado” en febrero de 1994, lanzando munición de gran calibre al centro de la capital o colocando minas a fin de crear algunas vistas excepcionalmente espeluznantes, destinadas a las cámaras de los periodistas extranjeros y a fin de reunir más apoyo internacional para el lado bosnio.”[4]

Estos hechos me recuerdan el crimen del Cabo Raúl Antonio Carvajal del que tanto me habla, un militar colombiano asesinado por sus propios compañeros por negarse a cometer dos ejecuciones extrajudiciales durante el gobierno  de Uribe. [5] Bosnia, Colombia, y la guerra en general, nos recuerdan que es siempre la gente honesta la que más sufre en un conflicto

La academia colombiana está atrasada por lo menos 100 años, afortunadamente la Comisión de la Verdad entendió que también el arte tiene un valor científico; y aún más importante, entendieron que la transformación de la sociedad no depende en ningún caso de la pura metodología, sino por el contrario, de las Humanidades, a las cuales siempre han querido tener diferenciadas y a distancia.

[4] Ante el Dolor de los Demás – Susan Sontag – pág 17

[5] www.brunosandstede.art

¿Cómo es posible que en 1910 Ernst Friedrich publicase “Krieg dem Kriege“ (Guerra contra la guerra) y que el Ministerio de Ciencias colombiano diga arbitrariamente en el 2023 que algunas publicaciones humanísticas carecen de valor científico?

El libro Krieg dem Kriege empieza con fotografías de soldados de juguetes, niños y armas de goma, para terminar con fotografías de cementerios militares; como si fuese la misma historia de las calurosas  comunas de Medellín con sus niños disparándose los unos a los otros con pistolas de agua, para terminar días después muertos en charcos de sangre sobre el frío asfalto.[6]

[6] Ibid 19

En 1938, un año antes de iniciar la guerra, el francés Abel Gance publicaba su segunda película antibelicista, basada en “Les gueles cassées”, nombre por el cual se conoce a los combatientes desfigurados de la primera guerra mundial.[7]

El film de Abel Gance se tituló “J’Accuse”, igual que su homónima película de 1919, la primera producción contó no solo con la escenificación cinematográfica, sino con imágenes reales de Les gueles cassées volviendo a casa.[8]

Por otra parte, en 1938 los ánimos estaban caldeados, una nueva guerra mundial era inminente, académicos, políticos y la población general vociferaban a gritos una nueva contienda por la “libertad europea”, fue por ese motivo que tanto Wolf como Gance decidieron resistir desde el arte.

[7] https://www.youtube.com/watch?v=r4A1FOXy6oY

 [8] https://www.dailymotion.com/video/x1jnu3i

El “J’Accuse” de 1938 contiene esplendidas actuaciones permitidas por el desarrollo tecnológico del cine; ya no se trata más de la versión casi muda de 1919, orquestada por partes y con letreros entre escenas para contar la trama. Ahora los actores de tablas desplazaban a los rostros perfectos hollywoodenses para darle protagonismo a la actuación.

Una mítica escena del cine antibelicista tiene lugar en esta segunda versión de “J’Accuse” cuando Victor Francen en el papel de Jean Diaz espera en la recepción del teatro a que un grupo de políticos que llaman a filas terminen su mitin.

Cuando el político de turno le pregunta a Diaz por qué razón no estuvo presente en el encuentro, este responde que no está interesado en política, a lo que todos los hombres de frac detrás suyo ríen en tono burlesco. Ante la burla, agrega que todos esos políticos equivocados guían el pueblo a la catástrofe.

En ese preciso momento tiene lugar una de las más grandiosas escenas antibelicistas de todos los tiempos:

-       ¡Jean Diaz nunca argumenta, el acusa! – Grita uno de los burgueses que sale del recuadro.

-       En efecto, lo hago – agrega Victor Francen

-       ¿Pero a quién acusa usted, a aquellos que ganaron la guerra del ayer?[9]

Esta pregunta es muy parecida a la dirigida a Virginia Woolf, y tal como ella escribiría su magnífico ensayo de Las tres Guineas para responderla, Abel Gance no la toma tampoco a la ligera, dirigiendo una contestación igualmente elaborada y genial.

Abel Gance no sólo fue un extraordinario dramaturgo, era además una persona cultísima, que por supuesto conocía muy bien la escritura antibelicista del siglo XIX, esa escritura que tenía el deseo primordial de evitar a toda costa la guerra Franco-Prusiana, pero luego ante su fracaso, se decidiría a oponerse a toda guerra e injusticia.

El máximo exponente de esta vanguardia literaria fue el escritor francés Émile Zola, quien escribió una carta de alegato en defensa del Capitán Alfred Dreyfus; un judío alsaciano acusado de alta traición y condenado a cadena perpetua en la Isla del Diablo en la Guyana Francesa.

[9] https://www.youtube.com/watch?v=toYgpks7PTA

Los cargos contra Dreyfus eran dignos de una nueva Ἀπολογία Σωκράτους, pues los alegatos completamente contradictorios entre sí, solo generaban la sensación de querer condenar al capitán por ser judío y por la estrecha relacion alsaciana con el pueblo alemán; lo que dejaba a un lado el amor de Dreyfus por Francia.[1]

Tributando al espíritu de Émile Zola, Gance dirige la película del 19 y del 38, ambas perfectamente resumidas en el brillante monólogo del protagonista Jean Diaz ante la pregunta: “¿Pero a quién acusa usted?”:

Yo acuso a la guerra de Europa de crear la guerra de hoy, y acuso a la guerra de mañana de estar preparando la destrucción.

Yo acuso a la humanidad de tener el defecto de no aprender nada del cataclismo pasado, que espera de brazos cruzados a la siguiente guerra.

Yo acuso la negligencia avistada y a los egoístas que permitieron la división de Europa en vez de construir una alianza permanente.

Y yo acuso a los hombres de hoy, no solo de su imposibilidad de entender, sino también de su risa cuando recordamos la más bella expresión de la tierra:

“Amaos los unos a los otros”

Y yo os acuso a vosotros mismos, de ignorar las voces de millones que murieron en la guerra, la cual hemos llorado los últimos veinte años.

¡Parad, estáis tomando la misma terrible senda!

Para vivir, debemos amar.

Puede que Francia busque un líder, pero el mundo busca un corazón…[1]


[10] https://beersandpolitics.com/wp-content/uploads/2017/11/J_Accuse.-%C3%ABmile-Zola.pdf

Una fotografía desde mi tumba.

Sontag y yo,  absortos en nuestra conversación, nos mirábamos fijamente el uno al otro, de repente los pasos de unos mocasines que rompían los cristales rotos del suelo sonaban desde el otro lado de la habitación. Un hombre muy apuesto con un traje marrón caminó hacia nosotros.

-        Miss sontag, could you please give me a cigarette?

-        Of course Mr.Capa

Susan Sontag le entregó un cigarrillo al mismísimo Robert Capa; y acto seguido sacó un viejo Zippo de su bolsillo, las cordiales manos de Sontag se aproximaron con la llama encendida a la boca de Capa para encender el tabaco.

-        No pude contenerme de escuchar vuestra conversación – dijo Capa mientras soltaba una bocanada de humo.

-        Permítanme por favor unirme a tan interesante disertación.

Verás Susan, tuve el placer de leer tu libro sobre fotografía el pasado verano en mi casa natal de Budapest, una cita en particular atrajo mi atención:

 

“Desde que se inventaron las cámaras en 1839, la fotografía ha acompañado a la muerte. Puesto que la imagen producida con una cámara es, literalmente, el rastro de algo que se presenta ante la lente, las fotografías eran superiores a toda pintura en cuanto a evocación de los queridos difuntos y del pasado desaparecido…

La imagen ultraconocida y ultracelebrada – de una agonía, de la ruina - es atributo ineludible de nuestro conocimiento de la guerra mediado por la cámara.” [11]


[11] Ante el Dolor de los Demás – Susan Sontag – pág 27

Coincido contigo; agregaría, además, que es la fotografía en especial -y no la literatura ni ninguna otra arte-, la que en tiempos modernos obliga al receptor a tomar partido, transformándolo (a pesar de la distancia geográfica), no solo en espectador, sino también en juez.

Como ya todos saben “muerte de un miliciano” , mi fotografía estrella no fue en realidad una foto de mi autoría;[12] a pesar de tan vergonzoso hecho, sería esa fotografía la que me abriría las puertas para fundar la Magnum Photo Agency en el París de la posguerra junto con mis amigos Henri Cartier-Bresson y Chim.

¿Qué podía hacer yo? Gerda había muerto atropellada por un tanque de guerra en España, no tenía otra cosa qué hacer, salvo aprovechar la oportunidad.

-        Está bien querido, ya fui asesinada hace muchos años. – Dijo una voz femenina mientras taconeaba con su andar aproximándose a nosotros.

Ich freue mich dich kennen zu lernen Bruno, Ich präsentiere mich. Bin Gerda Taro.

[12] La biblia del repotaje gráfico – Tino Soriano

Las decisiones estéticas son decisiones éticas.

Ya que estamos muertos no importa mucho el pasado mein Schatz, aún recuerdo llena de nostalgia esos días de guerra en el polvorín de Andalucía; y recuerdo cómo nos estremecimos al conocer la muerte de García Lorca; aun no sabía que un año después estaría de fiesta con él en el infierno, escuchando su poesía a son de flamenco, mientras, maravillada, le tomaba las fotos soñadas que en vida nunca pude.

Pero tanto tú lieber, Capa, como yo, tuvimos la fortuna de morir con una cámara en la mano; ambas fueron muertes violentas, como la humanidad misma, con cadáveres desfigurados como esos gueles cassées que tanto nos horrorizaron.

Jamás me habría imaginado morir atropellada por decenas de toneladas de acero de un tanque de guerra, y mucho menos te hubiese creído muerto por una mina que te volase la pierna e intestinos en el norte de áfrica.

Algo es seguro, entre estas muertes -o haber fallecido viejos y ruines en una cama-, siempre hubiésemos escogido nuestro fatídico destino.

España fue especial, por primera vez en la historia el día a día  de una guerra era documentado, decenas de reporteros extranjeros trabajábamos arduamente para enviar los negativos revelados en el mismísimo campo de batalla a las imprentas de los principales periódicos del mundo; y horas después de que las fotos fuesen tomadas, millones de personas se convertían en testigos y jueces de la guerra civil. El Bando Republicano y Nacional, alimentados por las intrépidas imágenes de su fotógrafo preferido,  ganaban adeptos sin parar en el extranjero.

No teníamos idea alguna, España cambiaría para siempre la manera de comunicar la guerra, ya no era necesario esperar meses de rodaje y producción para ver una película en el cine, en ocasiones los rollos sin siquiera ser revelados llegaban a cruzar el atlántico para que el editor escogiese desde el mismo laboratorio, la foto de portada del periódico matutino.

Pero ni tu trabajo ni el mío mein Robert se comparó con el de que aquel Yokuse Yamahata,[13] que, sin saberlo, se exponía a la muerte más lenta y agonizante al tomar las primeras fotografías tras la bomba atómica de Nagazaki.

Los crímenes de guerra no empezaron en La Segunda Guerra mundial, siempre existieron, pero nuestros recuerdos de Auschwitz y Nagazaki, son vívidos y hacen parte del imaginario colectivo gracias la fotografía.


[13] Nagasaki Journey: The Photographs of Yosuke Yamahata August 10, 1945

 

De las miles de fotos de Yamahata una, en particular, causaba completa desolación; se trataba de una madre amamantando a su bebé lleno de quemaduras un par de horas después de la explosión.

Sin duda alguna, a diferencia de la ciencia y las otras artes, es la fotografía, en particular, la que nos hace todo más real.

La técnica y la tecnología avanzaron considerablemente desde que Roger Fenton, el primer fotorreportero de guerra de la historia, viajara con un coche tirado por caballos junto a su pesado y rústico equipo fotográfico en el siglo XIX      .

Sus fotografías transmiten algo que ni Flandes ni los Fusilamientos del Tres de Mayo pueden ofrecernos, y es la autenticidad. La pintura por buena que sea (técnicamente hablando), siempre deja lugar a la duda en cuanto a interpretación de hechos se refiere; nunca sabremos si aquel o tal lugar se vio exactamente igual a como está pintado, problema inexistente en el arte fotográfico, porque en el negativo queda plasmada para siempre el instante de luz que el obturador dejó pasar en brevísima fracción de tiempo.

Dejando a un lado la teoría, quiero hablarles de lo que contaba Moreno en la fiesta de anoche, “si hay una meca de la fotorreportería de guerra en el mundo, esa sería sin duda alguna Colombia”, afirmaba ella para explicarme que el país está inmerso en la más sanguinaria y absurda guerra desde su fundación en 1810, curiosamente seis años antes de la invención de la primera cámara fotográfica, permitiendo fotografiar casi la totalidad de la Colombia moderna.

Entre charlas tuve la oportunidad anoche de conocer a un pequeño joven del que nunca había oído hablar; él, con su vieja Leika, iba de rincón en rincón buscando a los desprevenidos comensales para retratarlos a escondidas. Su nombre es Sady Gonzáles, y es un tímido fotógrafo colombiano, de solo un metro y medio de estatura, contemporáneo nuestro, y al cual nunca pude conocer en vida por el infortunio de la distancia geográfica y cultural que nos separaba.

Sady fue muy tímido ayer como para hablar conmigo; sin embargo, Moreno me enseñó sus increíbles fotografías del momento político más álgido de la historia Colombiana; El Bogotazo.[14]

Aunque el nombre de Sady Gonzáles no resuene hoy día, (ni siquiera entre los jóvenes aspirantes a fotógrafos), no significa que él haya tenido poco impacto; por el contrario, su registro hace parte de la memoria colectiva e identidad colombiana, ya que difícilmente encontrará usted colombiano alguno que no relacione El Bogotazo con las fotos de Sady Gonzáles.

[14] El saqueo de una ilusión - el 9 de abril: 50 años después - Sady Gonzáles

Permítame ser irreverente.

Hablando de fotografía, permítame ser irreverente y hablar de una mujer que me abriría el paso a mí y a todas nuestras congéneres en el reportaje gráfico. Se trata, naturalmente, de Margaret Bourke White; la famosa fotoperiodista que retrató a Ghandi poco antes de su fallecimiento y la llegada de las tropas yankees a los campos de concentración nazis bajo el mando del General Patton.

De su visita a la Alemania vencida publicaría el libro “Dear fatherland, rest quietly”; el cual no solo denuncia la barbarie de Buchenwald sino también la devastación de los bombardeos aliados a lo ancho y largo del país.[15]

Cabe resaltar que Bourke White trabajaría durante más de 20 años para la revista Time, de la que por cierto fue cofundadora, ostentado el logro de tener una foto suya como primera portada en la historia de Time.

Margaret Bourke White se convertiría, además, en la antagonista por excelencia de Leni Riefenstahl; mientras una plasmaba para siempre en acetatos de celulosa la brutalidad del Holocausto, la otra dirigía películas propagandísticas a favor del régimen nazi.

A pesar de ese oscuro pasado que persigue a Riefenstahl, aún veinte años después de su muerte, algo es innegable, también ella fue responsable en abrir el campo cinematográfico a las mujeres en Europa, (y para su defensa) haciéndolo tal vez de la única forma posible en su momento, trabajando directamente con el gobierno alemán de turno.

Riefenstahl y Bourke White innovarían para siempre las técnicas video-fotográficas que revolucionarían la historia del arte.


[15] Dear fatherland, rest quietly - Margaret Bourke White

 

Un giro a la historia… (Habla Susan Sontag)

Ahora permíteme a mí, por favor, la licencia de ser doblemente irreverente.  Margaret Bourke White y Leni Riefenstahl no fueron las únicas mujeres referentes del siglo XX, también tú, querida Gerda, terminarías siendo fuente de inspiración para las nuevas generaciones de fotógrafas y cineastas.

Una década después de tu muerte nació en Connecticut mi amada Annie Leibovitz; sin duda alguna, si hay alguien que extrañe en el mundo es a ella, y a mi hijo David.

Annie te admiraba profundamente; de joven siempre se preguntaba si algún día podría vivir aventuras como las que tu viviste, ¡Y vaya si lo logró!

Solía contarme, con un sentimiento nostálgico aunque vivaz, el día que fotografió a John Lennon y Yoko Ono, precisamente poco tiempo antes que Mark Chapman asesinase a Lennon en la entrada del Edificio Dakota en la isla de Manhattan.

Annie Leibovitz fue mi gran maestra, a diario espero el día en que muera para reencontrarnos las dos en el infierno, cuando eso pase les prometo que tendremos una nueva gran fiesta para darle la bienvenida.

Le solía decir lo buena era, y como estaba convencida de que podía ser mejor la alentaba a perfeccionar y ampliar su arte. Tuve cierto grado de sorpresa, mezclado con preocupación, cuando me dijo que también viajaría a Sarajevo para retratar la guerra de Bosnia; e incluso, producto de nuestras conversaciones, también viajaría a Ruanda.

Hace poco, viendo la prensa internacional, me topé con un nuevo trabajo suyo, el cual irremediablemente pasará a la historia, se trata de una serie de fotografías para Vogue de Olena Zelenska y su esposo Volodímir Zelenski presidente de Ucrania.

Algunas fotos narran la cotidianidad e intimidad de la pareja, salvo una en particular que representa la triste crudeza del conflicto ruso-ucraniano. Se trata de un encuadre apocalíptico en el recién bombardeado aeropuerto de Hostómel. En el centro se encuentra Olena Zelenska con un hermoso vestido azul, al fondo, en el último plano, hay un avión destruido con los colores de la bandera ucraniana. La escena la acompañan, además, tres militares mujeres que aseguran el área. La fotografía termina siendo un muestra perfecta de como el papel de la mujer ha evolucionado, no solo en la esfera cotidiana sino inclusive también en el ámbito bélico.

Annie, no sabes cuánto te extraño…

 

Mujer y fotógrafa.

 El patriarcado está en deuda con las fotógrafas de la historia, pues solo nosotras tenemos acceso permitido a las esferas más íntimas de la humanidad. Existe otra Annie apellidada Griffiths; me refiero a la reconocida reportera de la National Geographic. Con sus trabajos impecables, imposibles de retratar para un hombre, como su famosa fotografía de las mujeres musulmanas rezando en la mezquita de la cúpula de la roca en Jerusalén,[16] uno de los sitios más sagrados del Islam.

Por otra parte, sus fotografías de la niñez también retratan escenarios inaccesibles para el hombre; por ejemplo: su proyecto sobre los arduos tratos a los que son sometidos los niños de la colonia huterita[17] de Forest River en Dakota del Norte.Lyndsey Addario es otra increíble fotógrafa especializada en retratar la cotidianidad de las mujeres en comunidades remotas del planeta. Ha tenido especial importancia su papel como fotorreportera en los escenarios bélicos más sanguinarios y devastadores del siglo XXI, desde fotografías de la traumática guerra en el valle afgano de Korengal, pasando por Libia e Irak.

Podría decirse que la mirada de Addario es muy profunda e incómoda; a ella se le permite estar con una cámara en los lugares más hostiles del planeta, y aún con la intimidante caja negra a mano, sus personajes se comportan de la manera más natural posible.

Esto no sólo sucede con sus brillantes fotografías de mujeres y niñas afganas antes de la retoma talibán del 2022, sino también con las tomas de militares estadounidenses en la batalla más sanguinaria del ejército yankee desde la guerra de Vietnam, en las montañas de Afganistán.

[16] https://www.nationalgeographic.es/fotografo/annie-griffiths

[17] Grupo religioso similar a los Amish con origen en las reformas radicales germanas del siglo XVI.

 

En un ambiente tan perjudicialmente masculino como son las fuerzas armadas, muchos hombres no estarían dispuestos a que un congénere les fotografiase, pues en su forma de pensar retrógrada sería aceptar que cualquier oficio y profesión tiene el mismo valor que ser militar. No obstante, y como bien lo explica Virginia Wolf en Las Tres Guineas, los hombres emprenden la tarea bélica porque encuentran en ella una gloria y una satisfacción inexistentes en los trabajos puramente pacíficos.

Pero aún en la guerra existen valores difíciles de entender para aquellos que no la han vivido como combatientes; sería imposible ignorar que inclusive en la guerra no todo muere, a pesar de la sangre, desolación y tragedia constantes.

El militar se ve obligado desde su primer día en filas a bañarse a diario con sus camaradas, a comer, entrenar, dormir y sufrir el uno con el otro. Entre militares comparten constantemente la misma “cámara”, la misma habitación.

Irremediablemente la palabra “camaradería”, que proviene del latín “kamara” cobra un nuevo significado, más cercano a familiaridad de una hermandad que a la amistad mundana. Pero como bien dice Woolf -al menos en Occidente- esta cofradía suele ser mayoritariamente masculina; los hombres se abstienen de integrar a otros hombres a estos grupos cuasi-sectarios si antes no han pasado sus mismas penurias, sus mismos cursos, sus mismas guerras; sus mismos rituales.

 He aquí donde la mirada de Lyndsey Addario, como única mujer en el campo de batalla, es capaz de desnudar la arrugada frente militar; inclusive en los instantes más traumáticos, donde los militares, basados en su entrenamiento bélico, ocultan toda expresividad con el fin de evitar una mirada o un gesto humano que les permita seguir con vida.

Un reportaje gráfico no son fotografías puestas una tras otra con un sentido estético; la estética es necesaria pero insuficiente. En ocasiones una buena fotografía no suele ser aquella que cumple con los parámetros artísticamente aceptados. El diafragma, exposición, encuadre y enfoque, pasan a un segundo plano, en especial en el fotorreportaje bélico o callejero, cuando se posee solo de un milisegundo para accionar el obturador.

Esta es una de las razones por la cuales, querido Bruno, quiero hablarte del siguiente artista; por otra parte, vale aclarar que no podríamos construir un trabajo intelectualmente sincero si nos restringiésemos exclusivamente a los nombres femeninos de la fotografía, sin mencionar al menos una vez el nombre del brasilero Sebastião Salgado, quien no por ser hombre tiene un menor mérito a la hora de luchar contra el eurocentralismo fotográfico.  

Salgado es, sin duda alguna, uno de los fotógrafos más importantes de los siglos XX y XXI, lo es (además de muchos otros factores) porque no se limitó a retratar la tragedia humana en ambientes bélicos. Sebastião Salgado a sus 75 años ha realizado cientos de proyectos en los que retrata la miseria humana desde la migración, la deforestación, la guerra, la pobreza y la riqueza.

El último proyecto de Salgado que pude ver con vida fue “Migraciones: La humanidad en transición”;[18] el depurado trabajo tiene lugar en 39 países diferentes donde se fotografían las diásporas de millones de personas.

Salgado es impecable, no solo por su fantástica composición casi cinematográfica sino en realidad porque es un tipo profundamente culto.

En 1994 la periodista Ima Sanchíz tendría una extensa conferencia con Sebastião Salgado en París; allí el brasilero aconsejaría lo siguiente a todo aspirante a  fotorreportero:

“Si un joven hoy me preguntara: ¿Qué tengo que hacer para ser un  buen reportero gráfico?, le diría: estudia, procúrate una buena formación, una información general y excelente. Tienes que tener una formación en economía, en antropología y en sociología; porque vas a tener el privilegio de ser el centro de la información.”[19]

 Para ser un buen reportero gráfico no basta con ser un buen fotógrafo, aunque ese es un requisito imprescindible. Se requiere, además, de un amplísimo bagaje cultural, el uso fluido de varios idiomas, conocimientos literarios, económicos y políticos, cómo también  una cordialidad variable a la situación. El fotorreportero debe ser capaz de entablar una conversación empática tanto con el analfabeta como con el premio nobel de lo contrario; no podrá jamás cumplir su labor a cabalidad.

[18] Susan Sontag – Ante el dolor de los demás – Pág 71

[19] https://sientateyobserva.wordpress.com/2012/03/07/carta-de-sebastiao-salgado-a-los-jovenes-fotografos/

Terminado este necesario paréntesis sobre la figura de Salgado y el arquetipo de fotorreportero, podemos retomar nuestra discusión sobre fotógrafas. No solo estamos hablando aquí de artistas excepcionales que conocen la técnica, la historia fotográfica y que son buenas de por sí. Ellas son, sobretodo, profesionales integrales, políglotas, literatas, periodistas, científicas y especialistas en muchas áreas disimiles las unas de las otras.

A Margaret Bourke White poco le hubiese servido estudiar biología y especializarse en herpetología en otra profesión. No obstante, una bióloga debe tener una mirada cuidadosa del entorno para encontrar las especies que busca, pero en especial una herpetóloga necesita de la mirada cuidadosa para encontrar a los reptiles, los especialistas en camuflaje del reino animal ubicados frecuentemente en entornos saturados por las escalas cromáticas de todo los coloridos inimaginables.

Por su parte, la oriunda de Massachusetts Donna Ferrato demuestra magistralmente sus conocimientos humanísticos en el libro “Living with the enemy”; cada fotografía tiene un profundo discurso sociológico tan potente, que el libro termina siendo un tratado feminista sobre la violencia doméstica. [20]

La “Coalición nacional contra la violencia doméstica” de Estados Unidos diría respecto a “Living with the enemy” que:

“El libro visualiza claramente el terror de las mujeres maltratadas. Las imágenes muestran gráficamente la impactante realidad de la violencia doméstica en este país. Las estadísticas muestran que cuatro millones de mujeres al año son golpeadas y cuatro al día son asesinadas. El libro de la Sra. Ferrato es una publicación vital para educar al público sobre una crisis nacional que es en gran medida el estilo de vida estadounidense.”[21]

El poder de la fotografía está subvalorado, las reflexiones filosóficas de la imagen son escasas comparadas con la cantidad de tratados hermenéuticos y fenomenológicos. Las filosofías del lenguaje, ciencia y política han dejado un papel secundario para los estudios estéticos, la jerarquización epistémica de la filosofía ha rezagado al humanismo a la sima más profunda.

[20] Donna Ferrato - Living with the enemy

[21] Introduction by Ann Jones/ Edited by Melissa Harris/ Design by Philip Jones Griffiths/ - Living with the enemy.

Algunos profesores de filosofía que ya deberían haberse jubilado hace mucho tiempo están convencidos de que solo las discusiones lógicas son aquellas que tienen importancia; así que me gustaría preguntarles, por ejemplo, si en algún momento de la historia un modus tollens ha cambiado el rumbo de la Humanidad. Naturalmente pensar algo así sería absurdo; no obstante, pensar lo contrario respecto al arte sería impensable; puesto que una pintura, una escultura, una película o una fotografía, pueden virar la dirección del ser humano en 180°.  

Huynh Cong Ut ganador del pullitzer y de un world press photo por fotografiar a  la niña vietnamita Kim Phuc desnuda cubierta de Napalm en la aldea de Trang Bang el 8 de Junio de 1972 es el ejemplo por excelencia de cómo el arte puede transformar el destino humano. A pesar de que la guerra durase tres años más después de la famosa fotografía, sería esa foto la principal arma a blandir por los opositores de la guerra de Vietnam alrededor del mundo. No cabe duda de que sin esta fotografía en especial, el uso de Napalm hubiese sido mucho más arbitrario e indiscriminado de lo que fue, postergando la guerra algunos años más con toda seguridad.

Volviendo a la obra de Ferrato debo confesarte que a pesar de que no viví lo suficiente para conocer el “escrache”[22] latinoamericano, es un fenómeno que me resulta particularmente fascinante, pues sin duda alguna esas fotografías, exhibiendo los rostros de los abusadores, han contenido a más de un hombre a ejercer cualquier tipo de violencia sobre nosotras.

Pero en 1991, mucho antes de la democratización del internet y por consiguiente mucho tiempo antes de que existiese el escrache como lo conocemos hoy día, el libro de Ferrato se consolidó en una excelente herramienta pedagógica para replantear el actuar violento del hombre estadounidense promedio. Tanto así que 30 años después de su publicación, el libro de Ferrato sigue siendo un referente de culto, para retratar la intimidad de la violencia doméstica.


[22] Termino popularizado en Latinoamérica para referirse al bombardeo mediático de la fotografía de una persona que aún no ha sido juzgada pero que es presuntamente culpable de algún crimen, usualmente suele “escrachearse” a violentadores y violadores.

Otro legado particularmente interesante se lo debemos a Jane Evelyn Atwood, quien fotografió durante décadas el distrito rojo de París, las cárceles de mujeres y a la comunidad trans parisina; todos estos son lugares donde ningún hombre  habría podido realizar un trabajo realmente genuino.

A continuación te enseño algunas de sus fotografías más emblemáticas.

¡Sparare alla mafia!

La italiana Letizia Battaglia vivió la segunda guerra mundial cuando era una tan solo una niña; ella y sus amigas se escondían en un refugio subterráneo en las montañas aledañas a Trieste esperando el cese de los bombardeos para ir en busca de esquirlas y metralla, con la idea de ser usarlas luego en la construcción de artefactos explosivos improvisados. [23]

Cuenta que muy pequeña estuvo en su primer tiroteo cuando alemanes y yugoslavos se disputaban el golfo de Trieste.[24] Aquella niña no tenía idea de que su vida sería así por muchas décadas.

[23] https://www.jotdown.es/2018/02/letizia-battaglia-para-los-mafiosos-era-humillante-que-una-mujer-les-fotografiara-con-las-esposas-puestas/

[24] https://www.jotdown.es/2018/02/letizia-battaglia-para-los-mafiosos-era-humillante-que-una-mujer-les-fotografiara-con-las-esposas-puestas/

Battaglia fue conocida por la prensa como “la mujer que dispara a la mafia”; de hecho, la fotógrafa retrataría los llamados “años de plomo” en el auge más sanguinario de la Cosa Nostra siciliana.

De nuevo era una mujer quien podía acercarse más que nadie a los mafiosos; cualquier hombre que lo intentase habría recibido una muerte inmediata, por la mera sospecha de una vendetta o alguna operación encubierta de la policía secreta italiana.  

En una de sus últimas entrevistas antes de morir el corresponsal Íñigo Domínguez le preguntaba a Battaglia si había sentido miedo alguna vez mientras fotografiaba a la mafia, esta fue la cruda respuesta de la palermitana.

 

“Mira, yo tuve miedo solo cuando recibí una carta anónima, o con algunas llamadas telefónicas. Ahí me di cuenta de que también yo podía estar en medio. Fui a ver a Falcone, con esta carta, y le pregunté si era una broma. No, me dijo, no es una broma. Me aconsejó irme y estar tres meses sin hacer fotos, pero no le hice caso, seguí, y estoy todavía viva, pero cada vez que salía con la cámara del portal de mi casa pensaba: «¿Y ahora qué pasará? ¿Si me disparan en la cabeza?». Por ejemplo, para los mafiosos era humillante que una mujer les fotografiara con las esposas puestas.”

Hagamos paso de la violencia a la paz más ritualista, Jodi Cobb fue una de las primeras mujeres en formar parte del exclusivo grupo de fotógrafos de la National Geographic.

El libro “Geisha: The Life, the Voices, the Art” sería su obra maestra la cual le haría merecedora de un World Press Photo en la vida cotidiana.

Referente a su libro Cobb diría en una entrevista que:

 

“… Una geisha japonesa. Sus vidas son tan exclusivas y privadas que la mayoría de los japoneses nunca ven a una. Fui la primera fotógrafa a la que permitieron entrar en su mundo secreto y exclusivo para mi libro. Un libro que solo una mujer podía fotografiar. 

Pasé seis meses durante un periodo de tres años en las diminutas habitaciones de las casas de geishas y en los bastidores de los teatros donde actúan y vi cómo cambiaba todo en una geisha cuando entraba un hombre. Su postura, sus gestos, su voz. Se convertía en su yo profesional, en una mujer formada para servir y entretener a hombres.”[25]

El trabajo de Cobb pionero no solo en occidente sino también en Japón, regala una mirada fresca y libre de prejuicios del oficio Geisha, una labor más parecida al que ejercían los antiguos sofistas acompañantes retóricos de las veladas grecorromanas, que al del imaginario europeo de una prostituta refinada. [26]

[25] https://www.lasfuriasmagazine.com/jodi-cobb-fotoperiodista-fotografia/

[26] Geisha: The Life, the Voices, the Art – Jodi Cobb

Ya hemos hablado suficiente… 

-        Pero nosotras ya hemos hablado suficiente, querida amiga – Dice Gerda Taro interrumpiendo cortésmente a Sontag.

-        Tienes razón, ya sabes cómo me emociono al ver viejas fotografías, decía Borges que  “Nosotros somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.” De mi visita a Buenos Aires siempre rescataré esas conversaciones con Borges, ¡Cómo disfrutamos hablando de los autores de Nueva Inglaterra, de filosofía, de lectura y sobretodo de escritura!

Borges nos enseñó que podemos hablar con quién queramos; amaba esa frase de Quevedo que reza: -“Vivo en conversación con los difuntos, y escucho con mis ojos a los muertos”. Tú puedes hablar con quién quieras, Bruno; “en la ficción también hay ciencia” podría interpelarnos Borges, si te llegasen a pedir también un apoyo para estas palabras que te escribo, recuérdales que yo también le escribí una carta a Borges y que tuve un diálogo con él diez años después de su muerte. [27]

Este trabajo tiene valor en tanto es una búsqueda por la verdad; me hubiese encantado no ser un producto de tu imaginación, habernos ido de fiesta con Camus, Hemingway, con Moreno y Lispector. Haberte llevado a Sarajevo y presentar contigo “Esperando a Godot”, presentarte a Annie e ir todos a un concierto de los Stones.

Pero tú, apreciado alumno, eres hijo de tu tiempo; ya tendrás historias que contar.

Así que adelante, toma el destino por las riendas.

Bon Auguri.

¡Nos volveremos a ver!

[27] https://lithub.com/read-susan-sontags-love-letter-to-borges-written-10-years-after-his-death/